Las máquinas e instrumentos empleados en las torturas medievales fueron creados por personas que sentían placer al lastimar a otro ser humano. Dentro de las principales torturas antiguas se encuentra la cabra, el suplicio de la pera, la garrucha, la rueda, la mutilación con la sierra, la picota y la cuna de Judas, entre otras.
El primer concepto que hay que conocer para poder entender los castigos que se aplicaban durante la época medieval es el referente a la Santa Inquisición y las torturas.
La definición de Inquisición se puede hallar en numerosos textos que contienen extensa información sobre el tema. Sin embargo, se puede explicar el significado de Inquisición de manera simple, como la institución que fue creada por la iglesia en el siglo XIII para luchar contra los herejes.
Hay que destacar que la Inquisición española y sus tormentos vivió su apogeo durante la Edad Media. Sin embargo, España no fue el único país que sometió a sus ciudadanos a las peores torturas, Francia, Italia, Portugal y Reino Unido también formaron parte de este reinado de terror. Durante la Inquisición, torturas, vejaciones y asesinatos estaban a la orden del día.
Hoy en día, la Inquisición y sus métodos de tortura son recordados por su salvajismo y el sufrimiento que infligieron en sus víctimas.
Las torturas de Inquisición incluyeron algunos de los peores castigos que fueron aplicados a brujas, herejes y homosexuales, entre otros.
Los antiguos instrumentos de tormento de la Inquisición, así como los castigos de la Inquisición, se cobraron la vida de miles de personas que en muchas ocasiones eran inocentes.
Cuando se comienza a estudiar la Edad Media, vienen a la mente palabras como tortura, Inquisición, cristianismo y herejía. Esta fue una de las épocas más violentas de la historia, la cual duró aproximadamente 1000 años, desde el siglo V al XV.
Sin duda alguna, este tiempo representó la desigualdad y brutalidad que se vivió en gran parte de Europa. La macabra inventiva de las personas de esa época dio lugar a un sinfín de métodos de tortura que eran aplicados como castigo por las creencias religiosas y por diversos delitos. A continuación, se presenta una lista con los principales tipos de torturas del medievales:
El toro de bronce
Este castigo, creado por el griego Perilaus, consistía en encerrar a la víctima en una cámara y encender fuego a su alrededor.
El Toro de Bronce era una estatua hueca de latón que se asemejaba a un toro real. El acusado era introducido en su interior, normalmente con la lengua cortada. Luego, se procedía a encender fuego alrededor del toro y cuando la víctima sucumbía al calor abrasador del interior, se retorcía y gritaba de agonía. Los movimientos y sonidos que generaba la persona, hacían que el toro pareciera vivo.
Cuenta la leyenda que Perilaus inventó este artilugio para un tirano llamado Falaris de Agrigento. Según algunas fuentes, el propio Falaris se convirtió en una víctima eventual del toro cuando sus súbditos se cansaron de su maltrato.
La tortura del aplasta pulgares
La tortura del aplasta pulgares consistía en un dispositivo de tres barras metálicas verticales, entre las que se colocaban los pulgares. Luego una barra de madera se deslizaba a lo largo de dichas barras metálicas, presionando los dedos contra la parte inferior.
Posteriormente, un tornillo presionaba la barra de madera hacia abajo, aplastando los pulgares y generando una gran agonía en la víctima.
Este método surgió en el ejército ruso como reprimenda para los soldados que se portaban mal. Un escocés se llevó un juego a casa y los introdujo en el Reino Unido donde se convirtió en uno de los aparatos de castigo de la Inquisición.
Torturas antiguas: El potro
El potro de tormento medieval se utilizó en toda Europa durante siglos y consistía en atar al acusado mientras algún dispositivo mecánico, normalmente una manivela o rueda giratoria, tensaba las cuerdas, estirando el cuerpo de la víctima hasta dislocar sus articulaciones.
Esta acción provocaba el desgarro de las extremidades. Ser sometido a este martirio, se le conocía como ser “roto en el potro”, “atormentado” o “estirado en el potro”.
El potro era un método de tortura dentro de la Santa Inquisición que podía combinarse con otras formas de castigo para generar más dolor. Algunos inquisidores encendían fuego debajo de la rueda, lo que aumentaba el sufrimiento.
La víctima permanecía en el potro mientras era interrogada o se intentaba obtener una confesión.
El potro se aplicaba como castigo para las personas que tenían creencias protestantes, como fue el caso de Cuthbert Simpson, quien luego de ser torturado, fue quemado en la hoguera. Esto ocurrió en 1558, durante el reinado de María de Inglaterra.
La rueda
La rueda forma parte de muchos instrumentos de castigo antiguos. Uno de ellos se empleaba para atar a alguien a una gran rueda de madera y empujarlo por una ladera rocosa.
También se podía colocar en un bastidor en forma de A, lo que le permitía oscilar libremente. Se ataba a la víctima y luego se balanceaba sobre algún objeto indeseable; el fuego siempre era una buena opción, pero arrastrar la piel de la víctima por pinchos metálicos era el método más usado.
La rueda también podía tener pinchos, para que el dolor viniera de todas direcciones. En lugar de balancearse, podía girar sobre un eje. La diferencia era probablemente irrelevante para las víctimas.
La hoguera
Uno de los instrumentos de tortura de la Inquisición, fue la hoguera. Este proceso era la parada final para la víctima, porque el castigo resultaba mortal. Tras haber sido previamente castigada, la persona era atada en el centro de una estaca para luego ser quemada. La hoguera puede ser considerada como la peor tortura de la historia.
La víctima podía tardar media hora en perder el conocimiento, pero si hacía viento y el fuego soplaba lejos, podía tener que aguantar hasta dos horas quemándose lentamente hasta morir.
A pesar de que este castigo era muy despiadado, los torturadores de la Inquisición en los Países Bajos desarrollaron un método más cruel. Antes de ser atada a la hoguera, la lengua de la víctima se colocaba entre dos planchas de hierro caliente. La lengua chamuscada e hinchada solo dejaba escapar pequeños gritos de dolor una vez comenzada la quema, lo que contribuía al entretenimiento del público.
Este castigo se aplicaba cuando una persona era acusada de herejía. Si se declaraba culpable, la víctima era estrangulada antes de encender el fuego. Sin embargo, esta práctica no desapareció a finales de la Edad Media. Hasta bien entrado el siglo XVIII, el castigo se utilizaba para delitos como el asesinato y la traición.
La picota
Dentro de las peores torturas se encuentra la picota, la cual estaba conformada por dos tablas de madera paralelas unidas entre sí, con orificios para el cuello y las muñecas. Cuando se abría, la víctima introducía la cabeza y los brazos por los agujeros. Luego se cerraba la picota y el acusado no podía escapar.
El aparato solía colocarse en un lugar público para avergonzar y humillar a la víctima por sus crímenes. La multitud le arrojaba verduras podridas, animales muertos o heces al castigado. También lanzaba piedras y otros objetos contundentes, que podían provocar dolorosas heridas o la muerte. La picota podía ir acompañada de otros castigos, como la flagelación o la mutilación.
Aunque la puesta en la picota solía durar solo una o dos horas, normalmente durante las horas más concurridas del día, su efecto dependía del humor del público y de la naturaleza del delito que había cometido la persona. Este podía ser por haberse negado a pagar impuestos o acusar falsamente a un individuo de un crimen.
La doncella de hierro
La doncella de Hierro, un sarcófago con pinchos en las superficies interiores, era uno de los métodos de castigo de la Inquisición.
En la parte frontal se abrían dos puertas que permitían la entrada de la víctima. Los pinchos perforaban varios órganos vitales. Como las puyas eran cortas, no producían heridas mortales al instante. La víctima permanecería desangrándose durante varias horas. Lo más horroroso de este castigo era que dos de los pinchos se colocaban específicamente para penetrar en los ojos.
Sin embargo, algunos investigadores afirman que la doncella de Hierro nunca existió. La primera referencia histórica fue en la década de 1700, mucho después de que terminara la época medieval.
Para poder entender con más detalle lo que eran las torturas medievales, fotos como las que se muestran a continuación, pueden resultar de ayuda.
La hija del carroñero
La Hija del Carroñero fue inventada por el británico Skevington y consiste en un aro de hierro con una bisagra en el centro. La víctima era obligada a agacharse sobre una mitad del aro mientras la otra mitad giraba y se colocaba sobre su espalda.
El castigador utilizaba un tornillo para apretar la bisagra, aplastando a la víctima cada vez más. Con el tiempo, las costillas y el esternón se resquebrajaban y la columna vertebral podía dislocarse.
Estas máquinas de tortura fueron empleadas contra personas acusadas de traición durante el reinado de Enrique VIII de Inglaterra.
El destripador de pechos
Los torturadores de la Edad Media no tenían reparos al momento de aplicar los castigos medievales. Las torturas femeninas eran diseñadas especialmente para destruir aspectos físicos de las damas que representaba su feminidad.
Las víctimas eran entregadas a los soldados para ser violadas o enviadas a burdeles. También las ataban o paseaban desnudas por la vía pública.
Todas estas torturas de la Edad Media para las mujeres iban acompañadas de mutilaciones. Los torturadores tenían una extraña fijación por los pechos, los cuales quemaban, marcaban o simplemente amputaban, siendo uno de los castigos medievales a mujeres más dolorosos.
Entre los instrumentos que empleaban para torturas se encontraba el dispositivo mejor conocido como el destripador de pechos. Esta herramienta era una garra de metal que perforaba la piel del pecho.
La mujer se ataba a una pared y luego la garra tiraba de ella a la fuerza, despedazando el pecho. Se utilizaba tanto como método de castigo como de interrogatorio, para marcar los pechos de las madres solteras y mutilar a las mujeres condenadas por herejía, adulterio y otros muchos delitos.
La pera de la angustia
El suplicio de la pera era una de las torturas de la Santa Inquisición, aplicada a través de un cuerpo metálico en forma de pera, que estaba dividido en segmentos en forma de cuchara que podían separarse girando un tornillo. El dispositivo se introducía en la boca de la víctima y se separaba lentamente al girar el tornillo.
La herramienta de tortura tenía cuatro “hojas” metálicas unidas por una bisagra en su parte superior, y una llave o manivela en un extremo. La pera se introducía en la vagina, el ano o la garganta, según la naturaleza del delito cometido.
La persona que era acusada de herejía, homosexualidad o brujería debía pagar por sus delitos, siendo sometida a este atroz castigo.
Los Azotes y las torturas medievales
La flagelación era un castigo habitual. Se golpeaba a la víctima de forma repetida, usualmente con un látigo de cuero, hasta que confesaba o quedaba inconsciente.
Algunos individuos incluso llegaban a flagelarse a sí mismos. A menudo era parte de un ritual religioso, un autocastigo por los pecados cometidos.
En la Edad Media esta tortura también se infligía a las personas que cometían los delitos de blasfemia, hurto, adulterio y prostitución.
La bota y las torturas antiguas
Esta era una forma popular de tortura en el medioevo. Principalmente, porque los dispositivos que se empleaban para llevarla a cabo eran fáciles de fabricar.
La bota, o bota española, como se le conocía en algunos lugares, era una especie de potro para las piernas. Las mismas se introducían en botas de hierro o madera ajustadas.
Luego, se le metían cuñas de madera y con la ayuda de mazos se apretaban. Esto provocaba la fractura de los huesos de las piernas y pies de la persona.
Este método de tortura se usaba en interrogatorios, para obtener una confesión de la víctima.
Desollar
Esta forma de tortura con connotaciones religiosas se remonta a la época del imperio romano. Se utilizaba tanto como castigo, como medio para matar lenta y cruelmente a una persona.
Los asirios lo emplearon por primera vez con sus enemigos en torno a 883-859 a.C. Su salvaje técnica aparece representada en antiguos grabados que muestran cómo se arrancaba la piel del cuerpo de la víctima usando cuchillos. Se siguió practicando en la Edad Media.
Ahogamiento
Se empleaba principalmente como forma de coerción para obtener una confesión. Se ataba a la víctima a una tabla y se sumergía su cabeza en el agua. Solo la sacaban cuando estaba a punto de ahogarse.
Cuando se deseaba humillar al castigado, se practicaba el cucking, que no era otra cosa que esta tortura, pero en lugares públicos.
Existían diversos dispositivos que se empleaban para el ahogamiento. Desde una simple tabla, hasta una silla que colgaba de una viga y se balanceaba hacia el agua para sumergir a la víctima.
El ahogamiento fue muy popular durante los juicios a las brujas de Salem (Estados Unidos). Tuvo su apogeo durante la caza de brujas de los siglos XVI y XVII en Inglaterra. Hoy en día se pueden hallar réplicas de estos dispositivos en diversas ciudades y pueblos de esos países.
La tortura de la jaula colgante
Esta tortura consistía en encerrar a una persona en una jaula muy pequeña de metal o madera que luego se colgaba de una horca o un árbol. La jaula, similar a la de un ave, era muy pequeña y se ceñía al cuerpo como un traje. La presión que ejercía el metal contra la piel resultaba dolorosa.
La tortura de la jaula colgante se utilizaba como castigo por supuestos delitos menores, como la blasfemia o el insulto al monarca. Se hacía de forma pública, para lo que las turbas enfurecidas pudieran descargar su furia lanzando objetos contra la víctima.
Esto hacía que el castigo fuera físicamente doloroso y emocionalmente traumático. La muerte solía producirse por la exposición a bajas temperaturas o por deshidratación.
Tortura con ratas
Este animal también se empleó como método de castigo. La técnica más común era la de forzar a una rata a atravesar el cuerpo de la persona, como vía de escape.
La tortura consistía en atar a la víctima a una superficie horizontal. Luego, se colocaba una rata sobre su estómago y se cubría con un recipiente metálico que se calentaba de forma gradual.
Al sentir el calor, el animal empezaba a buscar una salida, que solo podía hallar penetrando el cuerpo de la víctima a mordiscos. Este proceso podía durar mucho tiempo, lo que provocaba una muerte muy dolorosa.
Aplastacabezas
Para esta tortura se usaba un dispositivo que consistía en un tornillo unido a una barra de hierro que terminaba en una especie de casco donde se ponía la cabeza. El tornillo se giraba lentamente y la presión que ejercía la barra iba aplastando el cráneo, hasta fracturar los dientes y la mandíbula.
La presión se aplicaba dependiendo de lo que se deseaba de la víctima: una confesión, infligir un castigo u ocasionar la muerte. Si se daba el caso de que el torturador se detuviera antes del deceso de la persona, los daños físicos ocasionados serían permanentes. La del aplastacabezas, es considerada como una de las torturas más crueles.
El tenedor del hereje
En este castigo se le ponía a la víctima un collar metálico con un tenedor en su parte frontal. El mismo, tenía pinchos en ambos extremos, por lo que uno quedaba debajo de la barbilla y el otro tocaba el esternón.
Debido a este mecanismo, la persona no podía bajar la cabeza y a pesar de que el método no causaba la muerte de manera directa, sí acarreaba sufrimiento al castigado, que sangraba cada vez que se movía.
Este método de tortura era reservado para aquellas personas que hablaban mal de la iglesia católica, hacían políticas corruptas y que eran acusadas de herejía.
Rociador de plomo
Es posible que las personas criadas en el catolicismo reconozcan este artilugio, porque es utilizado por los sacerdotes para rociar con pequeñas gotas de agua bendita a los feligreses durante las misas.
Durante la Edad Media se empleaba este mismo aparato, solo que aquí se rellenaba con metal caliente fundido en lugar de agua bendita.
Para la tortura se dejaba que el líquido caliente goteara sobre los ojos de las víctimas lentamente. Tras sufrir una terrible agonía, la víctima fallecía.
Brida de la regañina
La Inquisición y los instrumentos de muerte de la Edad Media causaron mucho sufrimiento a las mujeres. La brida de la regañina era un dispositivo de tortura que se usaba principalmente con las damas y causaba vergüenza pública.
El artefacto consistía en una pesada máscara de hierro que se ponía sobre la cara y estaba equipada con una brida de pinchos que se clavaba en la lengua de la víctima cada vez que intentaba hablar.
Este terrible aparato se empleaba como uno de los métodos de torturas de la Edad Media para mujeres consideradas chismosas. Se inventó en Escocia y se popularizó en el Reino Unido del siglo XVI al XIX.
La cuna de Judas
La tortura en la Inquisición tuvo uno de sus peores castigos con la cuna de Judas. El mismo era aplicado mediante una punta triangular de madera o metal suspendida del suelo sobre pilotes. A la víctima de la tortura de la cuna de Judas se le colgaba por encima con unas cuerdas.
La punta afilada se insertaba en una parte del cuerpo, que podía ser el ano, la vagina o el escroto, antes de colocar pesas.
Luego, durante los interrogatorios, se podía sacudir a la víctima, levantarla y volverla a colocar sobre la punta, o moverle las piernas.
La cuna de Judas se utilizó como una de las antiguas torturas para obtener confesiones de personas acusadas de herejía, en la época medieval.
Un dato perturbador de la cuna de Judas, es que el aparato nunca se limpiaba, lo que implicaba que los sobrevivientes podrían contraer infecciones horribles y morir después de igual manera.
La cabra
Considerada como una de las torturas de la Inquisición, la lengua de cabra consistía en atar los pies de la víctima y sumergirlos en agua salada. Luego, el animal lamía los pies de las personas con su lengua, ocasionando heridas que posteriormente se infectaban y causaban la muerte del castigado.
La garrucha
Este castigo consistía en atar las manos del sujeto a su espalda y subirlo lentamente mediante una polea, para luego hacerlo caer de forma violenta, pero sin que llegara a tocar el suelo.
Al hacer esto, se lograba dislocar las extremidades superiores del torturado, produciendo mucho dolor. Si el peso corporal de la persona no era suficiente, se añadía peso adicional, que se sujetaba de los pies del individuo. Este terrible método de tortura fue uno de los más usados por la Inquisición española.
La sierra
Otro de los grandes castigos de Edad Media fue el de la mutilación con la Sierra. Esta tortura era aplicada en mujeres que estaban presuntamente embarazadas de Satanás.
Para acabar con la vida del bebé demonio, los inquisidores colgaban a la madre boca abajo y la cortaban hasta llegar al vientre y sacar al bebé.
La palanca
La palanca era un instrumento de tortura donde cualquier extremidad era colocada dentro de ella y, al girar unos tornillos, el brazo o la pierna, se dividía en dos partes.
Una de las particularidades de este castigo es que los tornillos se fundían en el fuego y generaba más dolor en la víctima.
El tubo del cocodrilo
El tubo del cocodrilo llevaba ese nombre porque hacía referencia a la boca del animal. La persona que iba a ser torturada metía la cabeza dentro del instrumento y los pinchos se incrustaban en el cuello o cráneo.
El esquilador de cocodrilos
Este fue un instrumento creado especialmente para castigar a los hombres. Los inquisidores introducían en el interior de esquilador los genitales del caballero y al tirar del instrumento, la víctima moría desangrada.
El garrote vil
Consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo que terminaba en una bola. La misma, se giraba lentamente hasta que la presión que ejercía el collar causaba la fractura del cuello del sujeto.
Se suponía que la lesión debía producir la muerte instantánea. Sin embargo, en la práctica, muchas personas fallecían por estrangulamiento y no por la rotura del cuello, lo que prolongaba su agonía.
El tormento del agua
Este castigo de la época medieval fue tan famoso, que, en la actualidad, ciertas agencias de inteligencia lo siguen utilizando. El tormento del agua consistía en acostar a la víctima sobre una superficie, atarle las manos y los pies, para luego proceder a taparle las fosas nasales e introducir una pieza de metal en la boca por donde se vaciaba el agua para generar una sensación de ahogamiento.
La persona moría a causa de la distensión abdominal o por la ruptura del estómago. Los castigadores fueron perfeccionando la técnica con el paso de los años y empezaron a emplear un trapo de lino que era colocado en la garganta de la víctima para ir filtrando el agua a través de él.
En 1598, un sujeto fue acusado de ser un hombre lobo y lo sentenciaron a la tortura del tormento del agua para pagar por sus pecados. El inquisidor vació tanto líquido en la garganta de la víctima que su estómago se expandió demasiado y murió instantáneamente.
La picota en tonel
Durante la Edad Media, no solo los herejes, las brujas y las mujeres, recibieron fuertes castigos, resulta que los borrachos también fueron torturados cruelmente.
La picota en tonel sirvió de escarmiento para aquellas personas que no sabían controlar el consumo excesivo de las bebidas alcohólicas y terminaban causando problemas a la sociedad.
El castigo consistía en colocar a la persona dentro de un tonel que estaba lleno de orines, estiércol y agua podrida, generando en la víctima diversas infecciones que los llevaban a la muerte.
De igual forma, el sujeto podía recibir su reprimenda en un tonel abierto con el cual iba a caminar por las calles de la ciudad a cuestas con él, sintiendo vergüenza y un fuerte dolor debido al peso del tonel.
Todos estos instrumentos de castigos fueron creados para satisfacer el deseo de ejecutar diversas torturas. Edad Media es sinónimo de crueldad, maltrato, terror y castigo que vivieron miles de personas durante esa época.
Finalmente, se puede decir que, durante la Edad Media, la tortura se incluyó a menudo como parte de la sentencia judicial contra un criminal. Las autoridades imponían atroces castigos para disuadirlos de cometer fechorías.
Estos castigos, que generalmente se aplicaban de forma pública, dependían del tipo de delito. Generalmente, los más graves eran sometidos a los peores inventos de muerte.
No obstante, no todas las personas que fueron víctimas de torturas medievales eran criminales. En muchas ocasiones, se aplicaban castigos a individuos para forzar conversiones religiosas. Por ello, la Inquisición y las torturas se volvieron parte de la cultura de la época.
Igualmente, se les torturaba cuando eran acusados de herejía contra la iglesia. Miles de personas fueron sometidos a castigos con máquinas medievales durante la época de la Inquisición española por este motivo.
Otros tribunales tan solo torturaban a las personas hasta obtener una confesión. Pero los jueces sabían que el testimonio obtenido no tenía validez legal. La confesión debía ser confirmada por los acusados sin ser torturados en un plazo de 24 horas. Sin embargo, si se negaban, se les castigaba nuevamente hasta que volvían a confesar.
La reina María I de Inglaterra utilizó la hoguera para combatir a la reforma protestante durante sus cinco años de reinado, de 1553 a 1558. Al menos 300 personas fallecieron bajo el fuego por sus creencias religiosas. El objetivo de la monarca fue infundir miedo en los corazones de los protestantes.
Las torturas medievales formaron parte del reinado del terror en países como Francia, Italia, Portugal y Reino Unido. Hubo muchos casos en donde las personas fueron sometidas a las torturas antiguas sin la finalidad de obtener una confesión, determinar su culpabilidad o promulgar la conversión religiosa.