El 9 de enero de este año la Tierra estuvo a punto de sufrir una colisión con otro objeto celeste que habría sido catastrófica.
Una formación rocosa que medía entre 15 y 34 metros y viajaba a 16 kilómetros por segundo pasó apenas a 200.000 kilómetros del planeta.
Esa distancia, si se expresa en kilómetros, puede parecer enorme, no obstante, es la mitad de la distancia que nos separa de la Luna, así que estuvo realmente cerca, si lo vemos en la escala espacial.
Lo más grave es que el objeto no fue detectado hasta estar muy cerca; sólo dos días antes de pasar frente a la Tierra, cuando científicos de la Universidad de Arizona, encargados de rastrear el espacio en la búsqueda de este tipo de objetos, lo vieron.
El impacto es inevitable
La idea no es generar pánico pero el asunto que se plantean hoy en día los científicos no es si una gran roca espacial impactará contra el planeta Tierra, sino cuándo será, y esto es impredecible.
Una colisión contra asteroides peligrosos no es nada que se pueda desdeñar. Aunque las rocas de menos de 25 metros se desintegran al entrar en la atmósfera, otros más grandes pueden ocasionar grandes daños.
En Arizona hay un cráter de más de un kilómetro de diámetro y 170 metros de profundidad (totalmente visible) que fue producido por un asteroide que medía entre 30 y 50 metros y cayó hace 50.000 años.
Hace apenas 4 años otro asteroide, de unos 18 metros, explotó en el aire, antes de caer, en Rusia, y la onda expansiva fue equivalente a la de una bomba atómica 30 veces mayor que la de Hiroshima. Hubo más de 1.500 heridos y muchas pérdidas materiales. Este tipo de eventos seguirán sucediendo.
Proyectiles para evitar el desastre
Dado que está clarísimo que habrá algún impacto en algún momento, un proyecto que procura evitar el impacto está en desarrollo. Lo que se ha planteado muchas veces en el cine, parece ser una opción. Se evalúa el uso de un proyectil sin carga explosiva que, en vez de hacer estallar el objeto, sirva para desviarlo.
Gracias a los estudios realizados alrededor del caso ruso, se ha podido analizar y estudiar, con el uso de nanotecnología, las propiedades físicas de los asteroides, tales como densidad, composición y estructura interna, así como su resistencia.
Con esos datos se puede verificar la viabilidad de la idea del proyectil que permita modificar el curso de los asteroides peligrosos.