Tal vez la literatura de la época del romanticismo haya sido la de mayor consciencia estética sobre la belleza de la naturaleza. Autores como Johann Wolfgang Goethe y Giuseppe Tomasi di Lampedusa han escrito todo tipo de obras sobre ella. Dentro de todas las modalidades, resalta la rosa como el símbolo perfecto de su credo poético.
La verdad es que cuando estamos ante las flores de un jardín es difícil no percibir su olor. Pero hay veces en que no se percibe, como cuando llueve. ¿Puede haber algún tipo de causa para que sea así?
Una señal para otras formas de vida
Aunque sea algo hermoso y agradable, el olor de una rosa no está hecho para deleitarnos a nosotros los humanos, sino para notificarles a insectos polinizadores que se encuentran maduros para la fecundación. Es por eso que siempre hay abejorros y abejas alrededor. No son tontas. Han sido notificadas previamente y ellas siguen el rastro.
El calor dispara los procesos biológicos de las rosas
El calor del sol tiene una vital importancia en el proceso de expandir el olor. ¿Cómo lo hace? A través de la evaporación.
Resulta que las flores tienen un líquido por dentro que, como la mayoría de los líquidos, debido a su estado natural es difícil de propagarse olfativamente.
Es aquí cuando llegan los rayos solares, los cuales simplemente calientan las zonas de la flor donde se encuentra el líquido, que se evapora y comienza a flotar en el ambiente, donde tanto tú como el resto de la fauna circundante recibe la noticia de que es momento de actuar.
La hora y el clima son factores de cambio
Es así como los factores del ambiente contribuyen a que ciertos días sean más gratos a nuestros sentidos que otros. Si es lluvioso o el clima es húmedo, no habrá ese olor tan buscado. Es exactamente el mismo caso de una taza de café: este tiene mejor aroma cuando está caliente, listo para beber.
No todas las flores se comportan igual
Claro está, esto es para el caso de las rosas. No podemos decir que todas las plantas funcionan de la misma manera. Hay unas que, al contrario, necesitan un clima frío o húmedo para comenzar a emanar sus moléculas fragantes.
Es el caso de la madreselva, los cuales no atraen obviamente a las inocentes abejas, sino a otros insectos de la talla de las mariposas nocturnas, las polillas y a veces hasta a los murciélagos.
Cada flor tiene su lógica y su perfume no es algo gratuito de la naturaleza. Es un elemento fundamental para que puedan hacer bien su trabajo, que trae enormes beneficios para todo el medioambiente.