No importa si el paciente tiene miopía, hipermetropía, presbicia o si necesita bifocales, la solución para todos ya está aquí.
Ya existen unas gafas inteligentes que se adaptan a todas las situaciones en las que se pueda mejorar la visión de las personas que las usen.
Se trata de un invento revolucionario, sin duda. Si lo miramos bien, los avances en optometría en los últimos siglos han sido muchos, pero en cuanto a la forma en que funcionan los las gafas o espejuelos, no tanto. Podemos reconocer a alguien con lentes en un cuadro del Siglo XVIII porque su diseño es casi idéntico a los actuales.
La autoadaptación es el secreto del éxito
Estas gafas son muy distintas a todo lo visto hasta ahora. Se trata de un marco especial, en el que se esconde un complejo sistema de electrónica y una batería que permite el funcionamiento del invento. En el puente hay un sensor que mide la distancia entre las gafas y un objeto, del mismo modo que lo hace el sistema de enfoque de una cámara fotográfica.
En vez de lentes fijos, las gafas tienen un cuerpo de glicerina transparente encapsulada en dos membranas flexibles. Una vez hecha la medición de la distancia a la que está el objeto, se envía la orden a unos micromotores para que muevan los lentes flexibles, cambiando así la curvatura de la cápsula, que en conjunto funciona como un lente de forma y alcance variables.
El genial invento, capaz de medir y cambiar la distancia de enfoque en 14 milisegundos, es obra de un equipo de científicos de la Universidad de Utah (EE. UU.), quienes actuaron bajo las instrucciones de Carlos Mastrángelo, profesor de esa casa de estudios, y el estudiante de doctorado Nazmul Hasan.
La batería de estas gafas dura 24 horas y el único problema hasta ahora es que el marco es sumamente grueso para poder alojar todo el sistema, y nada estético. El equipo plantea que ahora es tiempo de trabajar en la forma para que sean menos pesados y realmente útiles para todos.